Montse Godrid

Montse Godrid

Montse Godrid se gana la vida de una forma tan prosaica como es la de trabajar en la Administración General del Estado. Espera que la actividad burocrática no acabe secando la parte creativa de su cerebro, pero se consuela pensando que Cervantes fue una especie de funcionario en su época, dado que fue recaudador real a finales del siglo XVI en Andalucía, y justo después publicó “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

Escribe desde que tiene uso de razón. Y, antes de aprender a escribir, inventaba historias que contaba a su familia con la ayuda de dibujos que iba pasando a medida que transcurría la narración. No hubo un momento en su vida en el que decidiera escibir, es algo que hace.

No ha sufrido el síndrome del impostor y lo que espera es no llegar a padecer el contrario (desconoce cómo se denominará, pero podríamos llamarlo síndrome del postor): personas que creen que merecen un poco más de éxito o, por lo menos, de visibilidad de su obra.

Partiendo de la base de que generalizar siempre es equivocarse, ella dice, sabiendo de antemano que en algún caso errará, que supone que las mujeres sufren menos el síndrome del impostor que sus compañeros de oficio porque se lo curran más. Para alcanzar los mismos puestos o reconocimientos que los hombres, han tenido que trabajar el doble. Recuerda una frase de Ginger Rogers en la que decía que cobraba la mitad que Fred Astaire, cuando ella hacía lo mismo, pero, además, hacia atrás y con tacones. Es algo que sigue ocurriendo: las mujeres sufren más el techo de cristal que el síndrome del impostor.

Todos observamos este trato desigual entre hombres y mujeres. “Besadas por el fuego”, que es la novela que acaba de autopublicar, está protagonizada por mujeres relevantes que no se estudian en los libros de Historia, como Aspasia de Mileto. Los datos que aporta de los personajes históricos son verídicos, por lo que se puede aprender algo de sus vidas. Espera que a las mujeres jóvenes, y no tanto, les sirva de inspiración conocer la existencia de mujeres valientes e inteligentes, pero silenciadas con el paso de los siglos.

Cree que lo único que puede operar un cambio real en la sociedad es la educación, y para ello debemos empezar por revisar los libros de texto.

Ella misma preferiría recibir consejos a darlos, así que diría lo obvio: que disfrute. La vida es muy corta. Que experimente y observe, esa mezcla es el mejor caldo de cultivo para las ideas. Como consejo práctico recomienda tener siempre a mano una libreta para que no se pierdan las ideas buenas que surgen a lo largo del día.

Es una escritora muy metódica, aunque demasiado indisciplinada. Hace resumen, escaleta, ficha de personajes… Todo aquello que cree que puede servir para estructurar correctamente la historia.

La encantaría tener rutina para escribir, pero su falta de disciplina se lo impide. Donde puede y cuando puede, es su única norma a la hora de escribir. En varias ocasiones se ha levantado de la cama de madrugada para ponerse a escribir porque ha aparecido en su mente el final de una escena. Alguna vez ha apagado el fuego mientras cocinaba porque un personaje tenía ganas de decir algo. Picasso digo: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”, a lo que ella añade: o en su defecto, con una libreta cerca.

El proceso de corrección la podría llevar toda la vida: entra en un bucle del que no sabe salir. Así que se pone una fecha límite y, con todo el dolor de su corazón por no poder seguir cambiando comas de sitio, la cumple.

A Leonardo Da Vinci le atribuyen la frase: “Un cuadro no se termina, se abandona”. Es lo que cree que hay que hacer en algún momento de todo proceso creativo.

Si no tuviera lectores cero nunca habría podido dar terminado algún texto. Sus principales lectores cero son su hermana (Mónica) y su marido (Tito). Para “Besadas por fuego” ha contado además con sus amigos Arturo Moncho y David Picó. Junto con la inestimable ayuda de su tío Pepe.

Necesita otros puntos de vista para conseguir que el texto sea inteligible para los lectores en general. Al tener ella la historia en la cabeza, y tender a ser lo más escueta posible para que prime el ritmo de la narración, la ocurre que omite información necesaria para la comprensión de la historia. Sus lectores cero, entre otras cosas, la indican lo que no se entiende o creen que necesita más descripción para ser comprendido del todo.

De su primera inclusión literaria aprendió la difícil que es darse a conocer con el marco editorial actual. Que resulta casi imposible para un autor novel que una editorial convencional apueste por su obra. Y la cantidad de talento y compañerismo que hay entre los escritores autopublicados.

La idea de “Besadas por el fuego" surgió viendo “Cuarto Milenio”, por ese motivo le hace un pequeño homenaje a Iker Giménez en la novela.

En su cabeza hay constantemente una voz que está haciendo preguntas, pero no profundas y reflexivas, sino más bien del tipo: “¿qué me gusta más la Fanta de naranja o la de limón”?. Al fondo de la imagen apareció un busto de la Dama de Elche y se preguntó: “¿quién sería la mujer representada en esa piedra?

OBRAS DE ESTA AUTORA EN EL BLOG

- Besadas por el fuego

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